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El papel de la participación ciudadana y la co-creación en el diseño de nuevas ciudades y territorios

‘Ciudad futura: participación y sostenibilidad’ fue el nombre de la mesa redonda que la Fundación Kaleidos Red y, en concreto, su gerente, José Ramón Sobrón, moderó en el Foro de las Ciudades de Madrid. La sesión, organizada en colaboración con Metrovacesa, tuvo lugar el 18 de junio en IFEMA y giró en torno a la siguiente pregunta: ¿cómo los desarrollos urbanos sostenibles tienen en cuenta el papel que juegan los ciudadanos en el diseño de la nueva ciudad a través de procesos participativos y de co-creación?

En ella participaron los siguientes ponentes:

  • Almudena Cano. Responsable de Desarrollo Urbano Sostenible de Metrovacesa.
  • Miguel Baiget. Subdirector general de Suelo, Información y Evaluación. Dirección General de Vivienda y Suelo. Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana. 
  • Candelaria Testa. Alcaldesa de Alcorcón. 
  • José María Ezquiaga. Socio fundador de Ezquiaga, Arquitectura, Sociedad y Territorio.
  • Luis Martín de Ciria. Director de Comunicación, Relaciones Institucionales y Compromiso Social de Crea Madrid Nuevo Norte.

Para dicha mesa redonda hay una imagen que, de manera muy simple, sirvió para establecer un punto de partida. Se trata de Les Sentiers du Desir (Los caminos del deseo). Esos caminos que suelen aparecer en nuestros parques y jardines como consecuencia del paso de personas. Caminos que suelen representar el camino más corto, el más práctico, el más fácil, a veces el más seguro… entre un origen y un destino. 

En esos caminos, también el ancho es significativo en términos de cantidad de demanda o para indicar si se suele utilizar individualmente o en grupo. Curiosamente, estos caminos suelen aparecer como “alternativas” a un camino “oficial” (el propuesto por el diseño/política urbana) que propone una ruta menos práctica, fácil y/o segura. Cuando la gente vota con sus pies.

Las ventajas de llevar a cabo procesos participativos para el desarrollo de ciudades futuras

Más allá de esta imagen, los máximos expertos mundiales en nuestras ciudades son las personas que viven en ellas (experiencia de usuario). Personas que conocen contexto, alma, expectativas… personas que sueñan con una ciudad ideal, su ciudad, en la que vivir y desarrollarse personal y profesionalmente. 

La pregunta es: ¿por qué no ponemos en valor a estos máximos expertos mundiales? ¿Por qué no establecemos un diálogo o, al menos, les escuchamos? Nuestras ciudades futuras y presentes deben ser entendidas como un ecosistema de agentes, y necesitan potenciar la calidad de vida, la cohesión social y la sostenibilidad a todos los niveles. Esto puede tener que ver con una concepción ideológica e incluso política del territorio pero, sobre todo, tiene que ver con el desarrollo estratégico y posicionamiento del mismo. 

La participación ciudadana, realizada adecuada y profesionalmente, ahorra costes, mejora servicios, legitima decisiones y gestiona conflictos. Además de todo lo anterior, genera una cultura de diálogo y escucha que es ingrediente indispensable para sociedades democráticamente profundas y, consecuentemente, mejor preparadas para gestionar de manera sostenible y solidaria incertidumbres, desafíos y/o crisis.

La participación ciudadana, el urbanismo participativo, orientada a la sostenibilidad, no se puede improvisar. Como cualquier propuesta/proyecto serio, más si viene definido desde el ámbito institucional, necesita de visión, recursos, habilidades e incentivos. Necesita de un plan de acción, en definitiva, claramente articulado. Además, transparencia: quién puede participar, cuándo, cómo, en qué condiciones, y cuál es el grado de vinculación de ese proceso participativo. 

Y, esto es una asignatura pendiente, necesitamos tener prevista una devolución a los agentes y personas que hemos implicado. Personas, agentes y entidades que han invertido esfuerzo, ilusión, tiempo y dinero. ¿Cómo les vamos a hacer una devolución de los resultados? ¿Cómo, en definitiva, les vamos a cuidar y respetar? 

El derecho a la participación ciudadana

No olvidemos que la ciudadanía tiene el derecho (y posiblemente la obligación) de participar en el desarrollo de los espacios que habita. Y no olvidemos que las

administraciones están obligadas a facilitar esa participación. Por cierto, gran parte de las ayudas europeas exigen y valoran decisivamente cómo se implica a la ciudadanía en el codiseño de soluciones y políticas públicas

En relación, hay una cuestión que se apunta y que no se puede dejar pasar: cómo la normativa y procedimiento jurídico y/o administrativo puede facilitar (o al contrario) el recorrido y trascendencia de los procesos urbanos participativos. A mínimos, lo que se pide es que no se entorpezcan innecesariamente. No se trata tanto de un ejercicio de imaginación cuanto de responsabilidad y valor democrático. 

Y si empezamos con una imagen, acabamos con otra. La imagen de esos miles de millones de neuronas de nuestros cerebros. Sin embargo, lo que nos da la capacidad de razonar, de pensar, de enjuiciar… lo que nos constituye y diferencia como seres humanos no son las neuronas; son las sinapsis, las conexiones que se producen entre las neuronas. No se trata de poner a la gente a participar; se trata de generar procesos participativos orientados a retos comunes. Nada hay más potente y sostenible que una inteligencia colectiva orientada a un propósito común.